Magnificat de Bach en el Teatro Solís, 20 de noviembre de 2007.

 Revista Sinfónica.

Bach festivo

Egon Friedler para la revista Sinfónica

Concierto del Coro "De Profundis" acompañado por la Orquesta Mozarteum bajo la dirección de Cristina García Banegas. Programa dedicado a Juan Sebastián Bach (1685-1750): Cantata BWV'10 "Meine Seel erhebt den Herren"; Cantata BWV 147 "Herz und mund und Tat und leben"; Magnificat en re mayor BWV243. Con los solistas: Silvina Sadoly (Argenfina), Carmen Pi e Isabel Barros (sopranos), Jacqueline Villarnovo (contralto), Edgardo Rocha (tenor) y Álvaro Vallés (barítono). En el Teatro Solís, noviembre 20.

En múltiples ocasiones Cristina García Banegas habló públicamente de su devoción por la música de Bach, y esa devoción se hace manifiesta en cada ocasión en que interpreta la música del genial autor de La Pasión según San Mateo.

En esta ocasión, con su coro "De Profundis" y la Orquesta del Mozarteum, hizo sendas cantatas y el Magnificat. Como lo señaló acertadamente el musicólogo austríaco Otto María Carpeaux: "Las cantatas de Bach forman un mundo completo de mil facetas diferentes. Quien oye una, reconocerá cualquier otra de Bach; sin embargo, ninguna de ellas se parece a otra de sus cantatas". En esta oportunidad hizo dos cantatas en las que la fe de Bach se manifiesta con calma, equilibrio y mesura, sin excesos dramáticos ni exaltaciones místicas. Pero esto no significa la ausencia de fervor. Este fervor estuvo presente en cada uno de los números tanto de las intervenciones solistas como del coro.

En la labor de los solistas cabe destacar el cuidado en el fraseo de la voz ligera y bien timbrada de la visitante argentina Silvina Sadoly, el hermoso timbre oscuro de Jacqueline Villarnovo, el atractivo registro medio de Edgardo Rocha y la firme musicalidad del barítono Álvaro Vallés. En el Magnificat de Bach se sumaron a estos solistas, las sopranos Carmen Pí, con su acariciante timbre de soprano ligera, e Isabel Barrios, una espléndida soprano lírica cuyo canto siempre tiene un singular toque de espiritualidad, Pero los grandes protagonistas fueron el Coro "De Profundis", la Orquesta del Mozarteum y sobre todo Cristina García Banegas, que logró una comunicación particularmente intensa con todos y cada uno de sus cantantes e instrumentistas.

A pesar de todo lo que se ha escrito sobre la materia, la relación entre el gesto del director y el resultado musical de su labor sigue teniendo mucho de misterioso. ¿Por qué tal manera de mover las manos transmite la esencia de la música y tal otra no es capaz de hacerlo? Al ver a Cristina García Banegas en acción, nadie puede poner en duda que comprende cabalmente el pensamiento musical de Bach. En el Magnificat logró transmitir de manera plena la exaltación, el clima festivo y ese hondo sentimiento religioso que impregna la música, a músicos y cantantes. Pero no sólo que la directora supo captar la singular belleza del Magnificat; en su consubstanciación con el espíritu de Bach también se contagió de la humildad del gran compositor. Al final del concierto, cuando comenzaron los aplausos, como si fuera un oyente más, homenajeó a sus cantantes y músicos con inocultable entusiasmo y emoción olvidándose del público. Pasaron varios minutos, hasta que la directora comprendió que los aplausos también eran para ella, y que después de todo, tuvo algo que ver con la hermosa experiencia musical que acababa de culminar.