Concierto final del ciclo 19 Capitales en la Catedral Metropolitana de Montevideo, 17 de abril de 2004.

 Diario "El País", 20/04/04.

DE PROFUNDIS, BAJO LA DIRECCION DE GARCIA BANEGAS, REALIZO UN CONCIERTO 
CONMOVEDOR EN LA CATEDRAL METROPOLITANA

Un ensamble amateur que da cátedra

Critica | EDUARDO ROLAND

DE PROFUNDIS EN 19 CAPITALES

Ensamble vocal e instrumental De Profundis, Dirección: Cristina García Banegas.

Programa: Obras de Antonio de Salazar, Gaspar Fernandes, Girolamo Frescobaldi, Tomás Pascual, Cristóbal de Morales, William Byrd, entre otros.

Lugar. Catedral Metropolitana, sábado 17 de abril.

Con la presentación del Ensamble Vocal e Instrumental de Profundis en la Iglesia Matriz culminó brillantemente una gira que el grupo fundado y dirigido por García Banegas realizó a través de las 19 capitales departamentales del Uruguay durante el transcurso de un año.

Como ya es costumbre desde hace algunos años, la convocatoria fue notable: unas dos mil personas colmaron las instalaciones del histórico templo católico, con más gente de pie que sentada. Es que cuando se siembra con amor (en el sentido de entrega incondicional) y con rigor artístico, por lo general la cosecha recompensa con creces el esfuerzo.

A esta altura nadie puede dudar que De Profundis ha logrado la proeza de conseguir un producto artístico de primer nivel en un terreno que permanecía casi virgen en nuestro país: la interpretación del repertorio barroco con criterios historicistas, esto es, con instrumentos de época y estudiando de manera crítica hasta los más ínfimos detalles estilísticos.

Hoy es una realidad que llena de orgullo: De profundis compite en cualquier festival internacional; tal su calidad, su refinado acercamiento al barroco.

En estos últimos años, García Banegas ha dado un interesante giro, centrando su foco en el abundante y poco conocido material que se atesora en los archivos barrocos latinoamericanos (México, Cuba, Guatemala, Perú, Bolivia). Así, el concierto del sábado comenzó con el anónimo Dulce Jesús mío, un canto proveniente del imponente archivo musical de los templos de las Misiones Jesuíticas de Chiquitos, Bolivia, que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El repertorio estuvo integrado por veinte piezas de un período comprendido entre los años 1550 y 1750, provenientes tanto de Europa como de América, y en algunos casos de autores que comenzaron su carrera en el Viejo Mundo y la terminaron en el Nuevo. Es el caso emblemático de Juan Gutiérrez de Padilla, un autor muy frecuentado por García Banegas.

Las piezas fueron ordenadas buscando un equilibrio entre lo instrumental y lo vocal, a la vez que alternando composiciones de tono grave con otras más festivas. Justamente el clímax de la alegría se dio en las tres últimas piezas: dos villancicos del portugués Gaspar Fernandes y una "negrilla" de Gutiérrez de Padilla.

La variedad de la conformación del ensamble fue variando permanentemente: hubo desde una pieza para flauta de pico solista hasta otras en donde intervinieron veinte voces y unos ocho instrumentos. Los únicos instrumentos que oficiaron como solistas fueron las dos flautas, tocadas maravillosamente por Mariana Berta y Ramiro Albino. El resto de los instrumentos formó casi siempre parte del bajo continuo: órgano (García Banegas), laúd y guitarra barroca (Gabriel Schebor), fagot (Esteban Falconi), tiorba (Mauro Marasco), trombón (Hernán González).

Una faceta que le dio al concierto mayor jerarquía aún fue la teatralización que se hizo de algunas piezas, con desplazamientos de músicos y cantantes no sólo en el "escenario" sino veces recorriendo a veces largas distancias dentro de la catedral. Estos movimientos no solo enriquecieron visualmente al espectáculo, sino también auditivamente, aprovechando las resonancias acústicas del amplio recinto.

Por último, aunque no sea novedad, merece un especial destaque la entrega y el entusiasmo con que cada uno de los artistas de De Profundis (comenzando por su directora) encara estos conciertos, algo que el público capta de forma inmediata y lo devuelve aumentado. Esto redunda en un clima casi de éxtasis del cual forman parte quienes producen los sonidos y quienes escuchan.

Hay que resaltarlo porque esa auténtica fiesta que se vivió en la Catedral no es lo habitual en el ámbito local de la música "culta", donde por lo general los músicos parecen estar cumpliendo un horario de trabajo y gran parte del público permanece sentado en la platea porque queda bien posar de culto por un rato.